Extracto de www.fsf.es/projsocial/doc/taula2-3.doc
Claire Bouillet. Antropòloga.
Emigrar para el sujeto es dejar su país de origen para establercerse en otro país. Es romper con sus orígenes, sus raíces, una familia, vecinos, amigos partir hacia un desconocido para a menudo no volver nunca. La acción de migrar es una ruptura a la vez sentimental y comportamental con el medio de origen. La migración marca una distancia entre un antes y un después. Pide al sujeto efectuar un desarraigo respecto a un marco de referencia conocido para realizar un arraigo en un medio desconocido y lo más a menudo hostil.. Apreender el proceso migratorio sólo se puede hacer con una doble análisis susceptible de articular :
1 – Las representaciones y las aspiraciones de la sociedad de acogida frente al proceso migratorio en general y frente a los diferentes grupos migratorios en particular a fin de poner en relieve el espacio normativo en el que vivirá el inmigrante.
• De una manera general, el fenómeno migratorio y su regulación legislativa en las sociedades de acogida responde a la necesidad económica para las sociedades capitalistas en disponer de un « subproletariado ». • La inmigración que proviene de territorios no hispánicos constituye en Cataluña un fenómeno reciente, y la doctrina normativa vacila entre un individualismo democrático y un culturalismo antropológico, reflejos por parte de la sociedad de acogida de una misma incapacidad de integrar y aceptar la diferencia. • Explotados económicamente, los inmigrantes son el objeto de aspiraciones contradictorias por parte de la sociedad de acogida incapaz de aceptar la diferencia. Las sociedades de acogida tienden :
A mantenerlos en nombre de un culturalismo detrás una serie de fronteras estigmates de tipo económico, espacial, « étnico ».
A pedir su « integración », es decir abandonar ciertos rasgos culturales percibidos como incompatibles con la sociedad de acogida (llevar el velo, el rechazo que suscita la excisión o incluso cualquier práctica cultural asimilada de manera demasiado rápida al machismo).
2 – Las estrategias de adaptaciones individuales y colectivas de los inmigrantes frente a este nuevo espacio normativo.
• La idea de inmigrar se acompaña de una voluntad de ver su situación personal cambiar, algunas veces de una representación idealizada de la sociedad de acogida. • El proceso migratorio es ante todo un proceso humano, y por lo tanto no sería lo mismo para todos los grupos culturales ni tampoco los individuos que los componen. Las dos estrategias identitarias que vamos a desarrollar son construcciones, tendencias o « ideales-típicos » :
El repliegue comunitario : entre idealización de la sociedad dejada y rechazo de la sociedad de acogida : frente a las dificultades, la persona tiende en recurrir a su semejante porque cofrontada a una sociedad desconocida que le es hostil y donde a menudo no conoce el idioma para poder comunicar. Frente a este rechazo de la sociedad de acogida, opta por otro rechazo y un repliegue sobre un « nosotros » colectivo, separándolo más de los que lo rechazan.
La búsqueda de la asimilación : entre rechazo de la sociedad dejada y valorización excesiva de la sociedad de acogida. Según este modelo, el inmigrante tiende en adoptar los comportamientos que percibe como características de la sociedad de acogida y rechazar la sociedad que ha dejado y los otros inmigrantes.
3 – La obra del tiempo : la aculturación.
• A pesar de las estrategias identitarias elaboradas por el individuo, el tiempo acompaña el proceso migratorio. Resultado del contacto con la sociedad de acogida, la aculturación marca de manera profunda el proceso migratorio. Para el inmigrante y sus hijos, muy a menudo nacidos o llegado de muy joven en la sociedad de acogida, el riesgo de ser de ningún sitio, es decir de ser ni de una sociedad de acogida que les rechaza ni tampoco de otra sociedad que han dejado desde demasiado tiempo y en la cual han perdido casi o todas sus referencias.