Joseba ATXOTEGUI : Migración y psicopatología

Como todo acontecimiento de la vida, la migración es una situación de cambio que no sólo da lugar a ganancias y beneficios sino que también comporta toda una serie de tensiones y pérdidas a las que se denomina « duelo migratorio ». En la atención primaria de nuestro país es cada vez más frecuente el trabajo con los inmigrantes por lo que, según el autor de este artículo, tener en cuenta los aspectos del duelo migratorio es de gran importancia para atender adecuadamente a estas poblaciones.

http://www.medynet.com/elmedico/informes/informe/inmigracion.htm

Dr. Joseba Atxotegui Director del SAPPIR (Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a los Inmigrantes y Refugiados), del Hospital de Sant Pere Claver, de Barcelona. Profesor- Director del Curso de Postgrado « Salud mental e intervenciones psicológicas con inmigrantes, refugiados y minorías », del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, de la Universidad de Barcelona.

Pocos cambios, de entre los muchos a los que debe adaptarse un ser humano a lo largo de la vida, son tan masivos e intensos como los que tienen lugar en la migración. Prácticamente todo lo que rodea a la persona que emigra cambia : desde aspectos tan básicos como la alimentación o las relaciones familiares y sociales, hasta el clima, la lengua, la cultura, el estatus…podemos decir que alrededor de la persona que emigra pocas cosas permanecen inamovibles.

Como todo acontecimiento de la vida (life event), la migración es una situación de cambio que no tan sólo da lugar a ganancias y beneficios sino que también comporta toda una serie de tensiones y pérdidas a las que se denomina « duelo migratorio ». En la Atención Primaria es cada vez más frecuente en nuestro país el trabajo con los inmigrantes y consideramos que tener en cuenta los aspectos del duelo migratorio es de gran importancia para atender adecuadamente con estas poblaciones.

Características del duelo migratorio

Se entiende por duelo el proceso de reorganización de la personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo que es significativo para el sujeto. En el caso de la emigración tendría que ver, con la reelaboración de los vínculos que la persona ha establecido con el país de origen (personas, cultura, paisajes…). Vínculos que se han constituido durante las primeras etapas de la vida y que han jugado un papel muy importante en la estructuración de su personalidad.

Al marchar, el emigrante tiene que mantener esos vínculos porque a través de ellos se expresa su personalidad y su identidad como persona y, a la vez, para adaptarse al país de acogida, debe poner en marcha nuevos vinculos -por las nuevas relaciones que tiene que establecer en su nueva patria-, que en parte sustituirán a los que deja atrás (Grinberg 1984).

Las condiciones sociales en las que viven gran parte de los inmigrantes extracomunitarios son tan precarias que dan lugar, muchas veces, al fracaso del proyecto migratorio.

Sin embargo, el duelo -como proceso de reorganización de la personalidad tras una pérdida- es un proceso natural y frecuente en la vida psíquica de todo ser humano : todo cambio supone una parte de duelo porque aunque ganemos nuevas cosas, siempre dejamos atrás, también, algo con lo que nos hemos vinculado afectivamente y que forma ya parte de nuestra propia historia, de nosotros mismos. Por eso, la elaboración del duelo constituye una parte esencial del contacto adaptativo y creativo con la realidad, que es la base del equilibrio psíquico. De todo ser humano (Bowlby 1985, 1993).

Hay que aceptar pues que en la vida existen duelos por las cosas que vamos dejando atrás y no tratar de eliminar a cualquier precio toda sombra de preocupación y de nostalgia quitando importancia a las pérdidas, negándolas o, incluso, como se hace desde cierta concepción de la medicina, dando rapidamente fármacos para que la persona no sienta en ningún momento tensión, preocupación, tristeza, añoranza, pena… vivencias que en cierta medida forman parte esencial de la experiencia de la vida y de la adaptación al medio.

Creo que esta idea está muy bien expresada en Pío Baroja, cuando en « Las inquietudes de Shanti Andía » pone en boca de un marino, abierto al mundo incierto del océano, la reflexión de que « a veces me embarga una tristeza tan extraña que me parece que sería muy desgraciado si no la sintiera alguna vez ». De todos modos tampoco se ha de caer en el « calvinismo farmacológico » que denuncian Dolores Avia y Carmelo Vázquez (1998) y se debe facilitar el tratamiento cuando existe un sufrimiento patológico y no integrado. En la emigración habría una parte de duelo pero que se hallaría enmarcada dentro de un proceso más general de cambio que incluye aspectos positivos, ya que la emigración también permite la posibilidad de acceder a nuevas oportunidades, sobre todo cuando las condiciones son favorables.

Si estos nuevos ciudadanos no entran en el mercado laboral y en la dinámica social del país al que emigran podría darse lugar a una sociedad fraccionada que funciona a « dos velocidades »

Ya me he referido a que en la emigración había un duelo por lo que se dejaba atrás ; los problemas psicológicos surgirían de las dificultades en la elaboración de ese duelo. Estas dificultades se acentúan cuando la migración se realiza en malas circunstancias : por problemas del ambiente (políticas de exclusión, explotación laboral, graves carencias sanitarias, de vivienda etc.) o por problemas de la personalidad del individuo que emigra (Morrison 1973). Habitualmente, suelen presentarse cuadros de tipo psicosomático y ansioso-depresivo.

Por otra parte, la experiencia en el SAPPIR nos ha mostrado que a menor consistencia y elaboración del proyecto migratorio, más difícil será la elaboración del duelo. Un ejemplo de esta situación la tendríamos en los refugiados, que se ven obligados a huir a otro país sin poseer proyecto migratorio. Su único proyecto es regresar cuanto antes a su país, de donde nunca desearon salir. De ahí que como es sabido la mayoría de los refugiados permanezca lo más cerca posible del país de origen, con la idea de regresar a él cuanto antes.

Los siete duelos de la migración y la interculturalidad Considero que el conjunto de duelos de la migración se puede agrupar en 7 aspectos o duelos específicos : 1. el duelo por la familia y los amigos 2. el duelo por la lengua 3. el duelo por la cultura 4. el duelo por la tierra 5. el duelo por el estatus 6. el duelo por el contacto con el grupo étnico 7. el duelo por los riesgos físicos

En todos estos duelos habría que diferenciar entre duelos simples y duelos complicados. El duelo simple se diferencia del duelo complicado en que añade a la situación natural de separación elementos que incrementan y dificultan la elaboración del duelo.

1. El duelo por la separación respecto de los familiares y amigos. No poder contar con el afecto y el apoyo de los seres queridos es siempre penoso, pero muy especialmente cuando el inmigrante atraviesa situaciones de necesidad o se encuentra enfermo, ya que no cuenta en estos casos con una red familiar y social de apoyo, con todo lo que esta carencia conlleva de ansiedad, soledad y miedo al futuro.

Los inmigrantes extracomunitarios que llegan a nuestro país se ven expuestos, con frecuencia, a numerosos riesgos tanto para su salud como para su integridad física

Otra situación que afecta profundamente a los inmigrantes es la separación de unos hijos pequeños que reclaman muchas veces dramáticamente su presencia (« mamá me levanto cada mañana y veo que no estás… estuve enfermo y no me cuidaste ») o la distancia respecto a unos padres ancianos y enfermos. Ambas situaciones movilizan a nivel psicológico sentimientos de culpa muy difíciles de elaborar.

En relación a los hijos de los inmigrantes, uno de los problemas más graves que sufren Los hijos de los inmigrantes es la ausencia del grupo familiar extenso (abuelos, primos…). Esta carencia disminuye la riqueza de sus relaciones familiares y las posibilidades de encontrar figuras de identificación que puedan actuar como modelos de crecimiento personal. De ahí la importancia de la reivindicación de la reagrupación familiar, uno de los derechos que más se han exigido desde los servicios de apoyo psicológico a los inmigrantes.

Sin embargo, muchas veces la propia reagrupación familiar se halla imposibilitada por razones legales, pero aun en el caso de que pueda tener lugar, hemos de pensar que volver a unir a una familia separada es como volver a pegar los trozos de un jarrón que se ha roto : los sentimientos de abandono, la culpa, la regresión que efectúan los hijos, las frustraciones acumuladas, etc. requieren tiempo, paciencia, madurez para poder ser elaborados. Es por ello que con frecuencia este proceso requiera el apoyo de los servicios psicosociales.

Desde la perspectiva de la integración de los hijos de los inmigrantes se ha de señalar que los padres son el principal modelo al que éstos acuden a la hora de afrontar su propio duelo migratorio. Si los padres muestran dificultades importantes en el contacto con el nuevo país (bien por problemas personales o por que se les excluye y margina) es más fácil que alguno de sus hijos mantengan esas actitudes. De todos modos en este punto habría que tener en cuenta que existe una tendencia natural a la diferenciación de los roles entre los diferentes hermanos (para evitar de este modo el fracaso en la competición por los mismo roles). Así, si alguno de los hijos sigue el camino de los padres de rechazo a la integración, otro hijo podría seguir el camino opuesto -y también problemático- de caer en posturas de asimilación radical rechazando la cultura de origen de los padres.

Con frecuencia también hemos podido ver cómo los hijos de los inmigrantes tienden a abandonar precozmente los estudios para ponerse a trabajar. En esta decisión interven- drían varios factores : en primer lugar la dificultad de elaborar el fracaso escolar (es muy penoso estar permanentemente en inferioridad de condiciones respecto a otros compañeros), en segundo lugar la fuerte presión de los padres (en parte por razones culturales pero sobre todo por la necesidad material de ingresos familiares), y en tercer lugar porque estos adolescentes viven muy dolorosamente verse privados de los medios materiales (motos, ropa…) y del dinero fácil que manejan -y exhiben- sus compañeros autóctonos.

En muchas ocasiones, la situación de los hijos de los inmigrantes es especialmente penosa al acumularse problemas como los arriba mencionados de las dificultades para la reagrupación familiar o la desestructuración familiar fruto de las tensiones a los que se hallan sometidos, el elevadísimo índice de fracaso escolar (más del 40 por ciento en Francia (aquí el porcentaje sin duda será aún mayor, pero aún no poseemos datos estudios), así como el que estos jóvenes vivan en ambientes de exclusión social.

Todo ello conforma un panorama especialmente preocupante en relación a la inserción social de estos colectivos. Porque si estos nuevos cidadanos no entran en el mercado laboral y en la dinámica social en igualdad de condiciones que los hijos de los autóctonos, se estará estructurando una sociedad fraccionada, una sociedad que funciona « a dos velocidades ».

2. El duelo por la lengua materna. Desde el psicoanálisis se sostiene que la lengua, la cultura la tierra, etc., aspectos a los que haré referencia posteriormente, se hallarían vinculados, representándolas, simbolizándolas, a las relaciones más íntimas que el niño establece con el grupo familiar, fundamentalmente con las figuras de los padres : por eso se habla de la lengua materna, la cultura materna, la madre tierra, la patria etc.

La adquisición de una nueva lengua (o de más de una como ocurre por ejemplo en el caso de los emigrantes a Cataluña, Quebec, el País Vasco, Bélgica etc.) comporta un gran esfuerzo por parte del inmigrante, tanto más cuanto más radical sea el grado de exigencia de su conocimiento. Hasta tal punto esto es así que, especialmente en el caso de « la primera generación » de inmigrantes que realizan agotadoras jornadas de trabajo y se hallan sumidos en graves problemas de acomodación en el nuevo país (incluso de supervivencia), las posibilidades de cumplir con dichos requisitos se hacen muy difíciles. Hay que tener en cuenta, además, que no todas las personas poseen grandes habilidades lingüísticas.

Y aún podríamos añadir que la gramática y la ortografía siempre puntúan en el más bajo lugar en las simpatías de los alumnos. (García Márquez proponía recientemente, y sin éxito por desgracia, racionalizar dichas normas). Para los hijos de estos inmigrantes el manejo de la lengua, obviamente, mejora, pero se hallan en el medio de fuertes tensiones lingüísticas hasta el punto que adolescentes franceses de origen magrebí han llegado a inventarse un nuevo lenguaje como respuesta a hallarse « entre dos fuegos » por las presiones lingüísticas tanto de su propio medio cultural como del país receptor.

3. El duelo por la cultura. Entre los aspectos más importantes que cambian se hallan la alimentación, el vestir, el sentido del tiempo, etc. Así, para los chinos que poseen menús de centenares de platos nuestra alimentación puede resultar monótona y poco imaginativa, o en relación al vestir hemos asistido a la famosa polémica del velo (o son muy notorias las diferencias de gusto en los colores : una dominicana nos decía que no había visto nada más triste que una zapatería española : todos los zapatos de colores oscuros), o hay diferencias en el sentido del tiempo (nuestra cultura tiene como eje la productividad pero esto no es así por ejemplo para los africanos), etc.

Desde el punto de vista psicológico es muy interesante el plan- teamiento de la antropóloga R.Benedict quien, en 1934, y basándose en la mitología griega y en Nietzsche, sostuvo que hay dos grandes tipos de culturas, las apolíneas y las dionisíacas, provenientes de las figuras de Apolo y Dionisos. Para Benedict ambas estructuraciones de conductas y emociones dan lugar a dos maneras muy diferentes de entender la vida.

La visión apolínea de mundo se basa en el logro del equilibrio, el orden, la estabilidad (psicológicamente podríamos hablar de un funcionamiento de tipo obsesivo) ; mientras que la visión dionisíaca del mundo se basa en la búsqueda y en el logro de la excitación, el exceso, la pasión…(con un funcionamiento psicológico de tipo maníaco). Desde un punto de vista psicológico este planteamiento es muy sugerente porque estas dos maneras de entender la vida se corresponden con dos grandes estrategias psicológicas muy básicas en el manejo de la ansiedad y la depresión : la estrategia apolínea, de tipo obsesivo, se basa en el orden y el control de todo aquello que puede ser amenazador, y la estrategia dionisíaca de tipo maníaco, se basa en la búsqueda de la excitación y en la negación de la existencia de las dificultades y los problemas.

Obviamente, la comunicación entre estas dos formas de « Ser en el Mundo » , entre estas dos estructuraciones psicológicas de la personalidad, es difícil : para los apolíneos los dionisíacos son bárbaros, primitivos, incivilizados… y para los dionisíacos, los apolíneos son timoratos, cobardes, tediosos… Estas diferencias dificultan los procesos de integración. Lamentablemente, estos problemas en la comunicación entre ámbas concepciones son manipulados a menudo y utilizados con fines espúreos en los conflictos interculturales. Como es obvio, en la migración es fácil que surjan y se enconen estos conflictos.

4. La pérdida de los paisajes, la tierra. Tal como ha señalado el psicoanálisis, la tierra representa simbólicamente a los padres, a los antepasados. Los inmigrantes, apegados intensamente a la tierra en la que han crecido, viven intensamente los cambios de paisaje, temperatura, humedad, luminosidad, colores, pluviosidad, olores, etc. Y esta carga emotiva ligada a la tierra comporta que no sea infrecuente encontrarnos con sobrevaloraciones e « idealizaciones » acerca de ella.

Contrariamente a lo que se piensa desde el sentido común, desde la psicología se considera que el mecanismo de la idealización se halla ligado a sentimientos de ambivalencia, de amor-odio, (en el caso que tratamos hacia la propia madre tierra). Cuando exageramos mucho el valor de algo es porque no podemos tolerarlo tal como es, por eso lo alteramos, lo maquillamos con la exageración para que responda más a nuestros gustos o necesidades. Y ya hemos comentado que no siempre la madre tierra (que simboliza la familia, la sociedad…) ha sido tan « buena madre ».

En este punto sería bueno recordar aquel cibaldone de Giacomo Leopardi que nos recuerda que la naturaleza más que una amorosa madre es en realidad una madrastra, ya que es indiferente a nuestra suerte.

Otro peligro vinculado al anterior es la sacralización de la tierra con todo lo que comporta de cerrazón y negativa al diálogo. No siempre somos capaces de relativizar, ni menos aún de tomarnos con humor estas cosas. En este sentido, habría que celebrar la ironía con la que explicaba una judía polaca el hecho que tras la Segunda Guerra Mundial se encontrara con que su casa, que hasta la guerra se hallaba en territorio polaco, ahora perteneciera a Rusia : ¡Es estupendo que mi casa esté ahora en Rusia. Estaba más que harta de aquellos horrorosos inviernos polacos !

Por otra parte, en bastantes de las migraciones se superpone, a un cambio de país, el cambio de un medio rural a un medio urbano, siendo este aspecto también muy relevante. En España, los trabajos de Tizón y colaboradores (1993) confirman estos datos.

5. La pérdida del estatus social. La migración siempre comporta un proyecto de mejora y progreso social, personal, o ambas cosas a la vez. Sin embargo, la mayoría de los inmigrantes retroceden a nivel de estatus social respecto a su sociedad de origen. Contrariamente a lo que en general se cree, muchos de los inmigrantes procedentes del denominado tercer mundo poseen estudios y son personas con un buen estatus en su país (Más de un 40 por ciento de los pacientes atendidos en el SAPPIR poseen estudios de grado medio o universitario).

Quisiera mencionar el caso de un joven del norte de Marruecos al que visité en nuestro servicio de atención psicológica a inmigrantes y refugiados (SAPPIR) de Barcelona. Había emigrado hacía varios años con la idea de trabajar y estudiar ingeniería, pero su trabajo en un bar, en pésimas condiciones laborales, se lo impedía.

Acudió a visitarse afectado por un trastorno de tipo psicosomático : intensas erupciones en el tórax que le sobrevenían en momentos de fuerte tensión en el trabajo. En el tratamiento pudo verbalizar y elaborar la angustia y la depresión que le producía el fracaso de su proyecto migratorio y la necesidad de reformularlo, tras cinco años que sentía como perdidos. Pudimos analizar asimismo algunas características personales que influían en la exacerbación de su sintomatología aunque, obviamente, también quedó claro que una parte importante de su problema era de tipo social y político.

Las condiciones sociales en las que viven gran parte de los inmigrantes extracomunitarios son tan precarias (trabas legales, penurias económicas y sociales, discriminaciones etc) que dan lugar a que con frecuencia fracase el proyecto migratorio siendo éste el principal motivo de demanda de ayuda psicológica. Una expresión de esta dificultades de integración -y es grave que casi lo veamos como lo más normal del mundo-, es que resulta excepcional que estos inmigrantes logren alcanzar puestos de cierto relieve en la sociedad de acogida.

6. La pérdida del contacto con el grupo étnico (« nacional ») de origen. La identidad étnica no es sino un aspecto más del complejo conjunto de elementos que conforman la identidad humana, aspectos entre los que se incluirían : la identidad de género (se es hombre o mujer), la identidad generacional (hay un proverbio árabe que dice que nos parecemos más a la gente de nuestra generación que a nuestros propios padres), la identidad religiosa (que históricamente ha sido la más relevante), la identidad familiar, la identidad profesional, la identidad de clase social, etc.

Entre los aspectos más importantes a los que se debe adaptar este tipo de población destacan, por ejemplo, la alimentación, el vestido y el sentido del tiempo

Uno de estos aspectos de la identidad es de tipo étnico : tiene que ver con la conciencia de un « nosotros » ante un « ellos », relacionado con el sentimiento de pertenencia a un grupo humano que posee unas características comunes de cultura, historia, lengua, etc).

En los tiempos actuales asistimos a un incremento permanente e incesante de la valoración de esta identidad de tipo étnico o nacional, hasta el punto de que se han oscurecido las otras identidades : la identidad vinculada a la pertenencia o de vinculación a una clase social, la identidad vinculada a la adscripción a una ideología,…

Desde un punto de vista psicológico, el nacionalismo fundamentalista sería -en la versión fuerte del término- la sobrevaloración radical de la identidad étnica sobre las otras identidades, la « inflamación » de algo que tiene un aspecto natural y positivo como es la valoración de lo propio y de la diversidad cultural humana. (A esta sobrevaloración de lo étnico es a lo que Savater llama « etnomanía »). Además hoy sabemos que la identidad es ante todo una construcción, un proceso, no algo dado, inamovible y estático.

Así pues no está claro aún qué entendemos por identidad étnica desde un punto de vista psicológico, psicosocial, ni político. No está claro que son como « rocas firmes » y que son como frágiles « formas dibujadas en la arena » en esos planteamientos sobre la identidad étnica. Autores como E.Gellner (1998), Delanoi (1993), Kymlicka (1995) etc. han desarrollado interesantes planteamientos y teorías sobre esta temática.

7. La pérdida de la seguridad física.La existencia de graves riesgos físicos.

Como todos sabemos, los inmigrantes extracomunitarios que están llegando en los últimos años a nuestro país se ven con frecuencia expuestos a numerosos riesgos tanto para su salud como para su integridad física. Y ambas son dos necesidades básicas para todos los seres humanos. La pérdida de la salud o de la integridad física comporta no tan sólo enfermedades o lesiones sino también la puesta en marcha de un proceso de duelo por todo aquello que se ha perdido. Cuando la vivienda no dispone de las condiciones higiénicas adecuadas (o no hay siquiera vivienda), cuando se pasa frío, o cuando la alimentación es insuficiente o inadecuada, etc… todo ello puede dar lugar a enfermedades (sobre todo de tipo respiratorio, digestivo y dermatológico).

A esto se ha de añadir el alto índice de accidentes laborales y enfermedades ligadas a las situaciones de irregularidad legal y explotación en la que trabajan muchos inmigrantes, o los graves riesgos físicos que sufren en el trayecto migratorio : las famosas pateras, o los viajes escondidos en los bajos de camiones, en las bodegas de los barcos, etc, con grave peligro para su vida,… Se calcula que tan sólo en el año 1999 han muerto por esta causa más personas de las que murieron en la guerra de Kosovo.

Asimismo, los inmigrantes, con frecuencia son víctimas de violencia en los países de acogida (en nuestro Servicio es frecuente atender a mujeres víctimas de abusos sexuales o agresiones físicas favorecidas por las condiciones de hacinamiento y marginalidad en la que viven).

La migración, entendida como tal, debería comportar un proyecto de mejora y progreso social y personal Aún habría que añadir a lo anterior el riesgo de ser víctimas de la violencia de tipo racista (o como mínimo de actitudes despectivas o discriminatorias) así como ser víctimas de las arbitrariedades de ciertos policías o de las actitudes xenófobas de determinados funcionarios de la Administración (no todos, por supuesto, ni mucho menos).

Es por todo este conjunto de dificultades y riesgos que tienden a emigrar personas fuertes y capaces. Pensemos en la fortaleza física y psicológica que se requiere para resistir en esas condiciones etc.). Por eso, contrariamente a lo que sostiene la propaganda racista, los que emigran no son precisamente seres « inferiores a nosotros », sino personas bien dotadas a nivel de capacidad de lucha y autonomía.

Bibliografía

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